Una película de policías: Auténtica, creativa y reflexiva.



A principios de este año 2022 vi por fin Una película de Policías (2021) del director Alonso Ruizpalacios, quien dirigió Güeros (2014) y Museo (2018). Fue un día entre semana, al terminar mis labores diarias cuando junto a mi aliado en esta vida nos preguntamos qué ver. Entre las distintas opciones, recordé la recomendación de una amiga: “Tienes que ver una película de policías”. “La anotaré en mi lista”, respondí; y pensé en principio que se trataba de una comedia de película hollywoodense; ni siquiera tuve la labor de investigar o leer las reseñas. Pasaron los días, navidad, año nuevo, 2022, enero y la vuelta al trabajo junto a la nueva ola de contagios por la variante ómicron.

Pero esa noche de enero, decidimos ver Una película de policías.

El sueño que tenía cuando empecé la experiencia estética se esfumó a los pocos minutos, tan solo de ver el diseño tipográfico y la música sentí que estaba a punto de ver una película a color de la década de los sesenta; posteriormente, las fotografías a blanco y negro, me hicieron sentir como testigo documental de alguna revuelta.

Conecté de inmediato. Mi atención se fijó en las imágenes, en Mónica del Carmen, interpretando a María Teresa Hernández. Sentí un poco de temor al verla sola, compartí los nervios y la ansiedad, el peligro de saberla mujer, y aunque policía, vulnerable.

La primera secuencia me fue familiar, recordé que, en una ocasión, en el callejón donde vivo hubo una serenata fallida: los protagonistas estaban hundidos en alcohol, un señor de más de sesenta años (que acompañaba al más joven) perdió el equilibrio y cayó, provocándose una herida en la frente que sangraba escandalosamente. Las mujeres, protagonistas sin querer del enredo en que las habían metido, tuvieron que salir para ayudar a la persona, llamaron al 911, y los agentes policiales hicieron acto de presencia. Uno de ellos le dijo al agraviado: “Es usted un señor de la tercera edad, ¿qué hace aquí? ¿No estaría mejor en su casa?, afuera hace frío”. Los policías llamaron a la ambulancia, pero ésta no tenía servicios disponibles.

Se fueron diciendo que no podían hacer más, o bueno, como última opción podían llevar a los implicados “al bote” (palabra coloquial que refiere a la cárcel).

Esa escena la recordé cuando Teresa llama insistentemente a la ambulancia, y ésta no tiene disponibilidad, ella, aunque no conozca de primeros auxilios, no tiene otra opción que atender el parto. La familia de la recién nacida, en agradecimiento nombra a la niña Teresa: “Yo le dije no, pero mi nombre ni me gusta, ¿cómo la va a desgraciar?”.


Una película de policías es un filme que ha sido bien recibido por la crítica nacional e internacional. Son suficientes los artículos que hablan de los aciertos de esta película y que al igual que la crítica se centran en destacar la creatividad, inteligencia y emocionalidad con la que el director toca un tema tan complejo tanto en el ámbito público, privado y político. En este sentido me limitaré a expresar mis propias sorpresas ante el filme, y es que ciertamente no me esperaba que conjugara diversos géneros cinematográficos, si bien no es la primera producción que juega con la realidad y la ficción, sí lo hace de una manera totalmente auténtica y creativa. Personalmente, la película tocó las fibras más recónditas de mi propia humanidad frente a mis experiencias con este cuerpo institucional.

Y es que en mi primera juventud solía estar del lado de la rebeldía y las movilizaciones, de las marchas y transgresiones, gritando que “ellos son los que destruyen la nación” o “el que no brinque es poli”, como si ese oficio de entrada fuera lo más aberrante.

Muchas son las personas conocidas que les han llamado “puercos”, palabra que es mencionada por los protagonistas, y muchos también han sido víctimas de violencia, extorsión y corrupción por parte de los agentes policiales.

Me parece que esta cinta logra un equilibrio imprescindible, sin caer en la victimización, muestra las dos caras de una misma moneda de un organismo, de una institución de control llena de distintos niveles de corrupción, tanta, que ninguno de los que están dentro se salvan porque el mismo sistema corroe, deteriora, acaba con las esperanzas de los que allí entran con las ganas de servir al pueblo.


La película va más allá de la representación, rompe con la cuarta pared, algo inesperado que nos muestra a los verdaderos protagonistas, entonces descubrimos la complejidad del montaje de la obra, que logra un metalenguaje cinematográfico. Conocemos también el doloroso trabajo de actuación al que Raúl Briones y Mónica del Carmen se sometieron. Un trabajo que fue documentado por sus propios teléfonos celulares y que muestran el desgaste emocional de ambos al entrar a la Academia de Policías. Raúl dice que él sabe que se irá, porque al final eso no es su vida y tiene otras opciones, pero las y los jóvenes que ingresan no tienen más opción y eso le entristece.

Es doloroso pensar en las esperanzas que poco a poco se van desgastando por un sistema complejo de actitudes culturales y corrupción, sin embargo, queda la esperanza que dentro también se construyen puentes de comunicación y apoyo, como los de Teresa, Raúl y su entrañable “Patrulla del amor”.

Una película de policías es una joya cinematográfica mexicana que vale la pena no solo por su calidad estética, sino porque posee un poderoso llamado a la reflexión e invita a ver desde otra perspectiva a todas las personas que son vistas únicamente a través de un uniforme.


Título original: Una película de policías. 
Año: 2021
Duración: 107 min.
País: México
Dirección: Alonso Ruizpalacios
Guion: Alonso Ruizpalacios, David Gaytán
Fotografía: Emiliano Villanueva
Reparto: Documental, intervenciones de: Mónica del Carmen, Raúl Briones.

Comentarios

Entradas populares