The other Lamb y el otro folk horror
En el subgénero del horror folk una de las temáticas en las que suelen girar esas historias son cultos paganos y como irrumpen en personajes acostumbrados a una cierta dinámica social son sometidos a un universo particular que hace que su mundo sea derrumbado.
Un ejemplo de esto fue Midsommar de Ari Aster, película que
tuvo una reacción ambivalente por su público al no considerarse con la misma
fuerza de su ópera prima Hereditary. Mientras el melodrama folk de Aster llamó
la atención de muchos gracias al marketing de A24, la directora polaca Malgorzata
Szumowska ofrece en The other lamb una historia realmente perturbadora.
Un hombre al que solo se le conoce como el Pastor (Michiel
Hiusman) es líder de un culto compuesto únicamente por mujeres, las que visten
de rojo son sus esposas y las de azul, la mayoría niñas, son sus hijas y
prospectos a convertirse en esposas. La protagonista es Selah (Raffey Cassidy) será
quien empiece a cuestionar la lógica del culto a partir de flashbacks de su
madre muerta (quien también perteneció al culto) y la llegada de su primera
menstruación.
A partir de convenciones de una coming of age y una estética
bucólica, Szumowska arremete contra una estructura patriarcal; aunque
explícitamente no sabemos cómo llegaron a ese culto, la sugerencia es más
escalofriante, ¿Por qué se asilaron de la sociedad, ya de por si machista, para
someterse a un grupo en donde se replican esos valores?
Selah es la oveja negra del rebaño que les hará abrir los ojos a las demás, que está en el limbo de la niñez y la adultez, quien rompe el mito con una historia (las historias solo pueden ser contadas por el Pastor). Es la voz de una generación joven que apuñala las creencias impuestas como verdades absolutas dando pie a pensar en otra manera de concebir el mundo.
The other lamb nos recuerda a historias como The Handmaid’s
Tale o The Invitation, pero lo más aterrador, es la intertextualidad con la
misma realidad con casos como la secta NXIVM de Keith Raniere o la violencia de
género, convirtiéndola en una película de una sustancia que puede resultar
incomoda con sus metáforas visuales y no apta para los apegados al estatus quo.
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