A 20 años de bailar en la oscuridad

Primero blanco, luego aparecen manchas de siluetas semicirculares, deformadas, luego más figuras encimadas, que cambian de color, pasando por rojo, negro, y finalmente manchas verdes con un fondo azul, y otra vez blanco. Esta introducción de objetos borrosos que pasan de un color a otro probablemente es la vista distorsionada de Selma, protagonista de Bailando en la oscuridad (Dancer in the dark, Dinamarca 2000) interpretada por Bjork en el largometraje de Lars Von Tier. 

A través de un steadycam que se mueve a todos lados, no logrando encuadrar bien las tomas y en otras usando zoom para enfocar el rostro de los personajes, esos planos tambaleantes nos permiten sentir la manera en que Selma percibe el mundo. Selma constantemente escapa de la realidad, transportándose a un mundo onírico, en su mente, donde canta y baila, al ritmo de los sonidos de las máquinas de la fábrica en donde trabaja, pensando en la esperanza “En un musical no pasa nada malo”, dice Selma. 

Selma es una inmigrante checa que vive en algún pueblo del Estados Unidos. Ella se está quedando ciega y ahorra para pagar la operación de su hijo que heredó la misma enfermedad que ella. En la fábrica trabaja con Kathy (Catherine Denueve), su amiga y confidente, y también se encuentra Jeff (Peter Stromare) su pretendiente quien, valga la redundancia, está ciegamente enamorado de Selma.

Selma vive con Gene (Vladica Kostic), su hijo, en una casa rodante en el patio de Bill (David Morse), oficial de policía, y Linda (Cara Seymour), una ama de casa que presume de las cosas inútiles que le compra su esposo. Bill le confía a Selma que se está quedando sin dinero y le pide prestado, ella, ingenuamente, le confía lo de su ceguera y que en verdad el dinero que está ahorrando es para su operación. 

En este musical (¿o antimusical?) en donde en vez de tener montajes elaborados, coloridos, con música muy alegre, la mente de Selma arroja una música más fría, que suena como al mismo trip hop de Björk con un toque de industrial, y si bien hay bailes y canciones, solo pasan dentro de ella, es un síntoma de una especie de locura a la que la ceguera la está llevando. 

Ella es despedida de la fábrica cuando causa un accidente e ir de inmediato con el doctor para pagar la operación. Desafortunadamente Bill se aprovecha de la ceguera para robar el dinero, cuando ella lo confronta, Bill pierde la vida, de hecho, prefiere morir antes de quedar como un mal proveedor. Selma es atrapada y sentenciada a muerte. 

A Selma la juzgan como de forma más dura, es una inmigrante e incluso, en plenos albores del siglo XXI, se le sigue llamando comunista. De una historia en donde todo pudo acabar bien, en donde en un número musical la protagonista se hubiera salvado, se pasa de Stanley Donen a Nagisa Oshima; el sentenciado a muerte en Death by Hanging es un inmigrante coreano juzgado de esa forma por su nacionalidad, aunque en la película de Von Tier no se encuentra un discurso político.

Selma se niega rotundamente a que su hijo sea testigo del perverso acto de presenciar su ahorcamiento. En unas escenas, antes del homicidio, Selma le cuenta a Kathy que cuando era niña solía salirse del cine antes del final de la película porque así duraría para siempre, y aquí el motivo del porque rechaza ver a su hijo; Selma desea que el recuerdo de ella en él se conserve como la última vez, no detrás de un vidrio en una cárcel o colgada de una cuerda. 

A 20 años de su estreno, la película ganadora de la Palma de Oro en el 2000, sigue siendo uno de los trabajos más interesantes de Lars Von Trier. Su provocación pulsional y extremista no se encuentra como tal, y aun así, transgrede al musical, voltea su concepto y desvanece toda esperanza. El mismo título es una especie de oxímoron que se burla de ello ¿Cómo hubiera podido bailar tan extraordinariamente Fred Aister estando ciego? 

Dancer in the dark es un musical no apto para los amantes de los musicales, una historia en donde no la tragedia es inminente y la única manera en que los espectadores podemos escapar de ella es verla incompleta y pensar que tuvo un final feliz, tal como lo hacía Selma al ver películas.*


Título original: Dancer in the Dark
Año: 2000
Duración: 140 min.
País: Dinamarca Dinamarca
Dirección: Lars von Trier
Guion: Lars von Trier
Música: Björk
Fotografía: Robby Müller
Reparto: Björk, Catherine Deneuve, David Morse, Peter Stormare, Jean-Marc Barr, Joel Grey, Udo Kier, Vincent Paterson, Cara Seymour, Vladica Kostic, Siobhan Fallon, Zeljko Ivanek, Jens Albinus
Productora: Fine Line Features, Zentropa Productions, Trust Film Svenka, Liberator Production, Film I Väst


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